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Después de la abundancia viene la miseria

Por: Juan Diego Murcia y Sara Espitia Téllez

A dos horas en lancha, río Atrato arriba, se encuentra el municipio Río Quito. Un pueblo que ha sobrevivido con la minería pero que ha perdido su vida silvestre por la misma. Los niveles de mercurio en el río impiden que los servicios públicos como el agua sean entregados a la población.

Una tierra de paz donde la gente se moría de vieja, pero en la que ahora, comerse un bagre implica un riesgo de mercurio en la sangre. Un lugar que creció en urbanización, pero mató su ruralidad. El río por las casas, la salud por el dinero, la familia por el odio, el campesino por el 'draguero' y la minería por la educación. El Río Atrato tiene dos colores en ese municipio; el primero, de aguas turbias como si de óxido se tratase que no deja ver si quiera el fondo del agua, y otro más oscuro, un poco más azulado que se encuentra en la parte baja del municipio a orillas de Quibdó. Una pequeña parte del Chocó que ganó y perdió por la minería en su territorio.

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Río Quito es un municipio muy joven. Tiene tan solo 19 años de fundación, pero ahora no es ni el rastró de lo que fue en sus inicios. Toda su gente cambió desde que conoció esas grandes máquinas para extraer oro y plata del río Atrato, llamadas dragas. En medio de su cauce, el río tiene máquinas hundidas pudriéndose debajo del agua y otras navegando en busca de “tierras prosperas”, como suelen afirmar los dragueros.

“Si vinieron por el agua alcanzaron a observar el desastre, ahora ya todo se acabó, ese apogeo se fue y trajo violencia, prostitución, hambre y deforestación. Arrasó con las especies, la tierra”, afirmó Jairo Felipe Leyes, docente de idiomas del Colegio Benardino Becerra en Paimadó, quien desde los años 90 comenzó el proceso de educación en el pueblo y ha podido observar la transformación de su comunidad. “Salíamos de allá (Quibdó) a las 12 y llegábamos acá a las 6, durábamos 6 horas remando, en un motor lleno de carga, no teníamos energía. Tocaba preparar con velas la clase”, comentó.

Ahora que tardan solo 45 minutos en desplazarse hasta la cabecera municipal, las preocupaciones son otras, pues uno de los principales problemas en Río Quito es la falta de empleo. “La única empresa que hay en el municipio es la Alcaldía, que tiene como 40 trabajadores y nos peleamos por un cupo para trabajar cinco o seis meses ahí”, comentó Freddy Palacios, líder social y miembro del Consejo Comunitario de Paimadó. Es incierto para cualquier rioquiteño su futuro. Algunos optan por entregarse a la fuerza pública, mientras otros continúan con sus tradiciones campesinas. Sin embargo, la gran mayoría ve en la minería la única opción posible para trabajar; sin importar si se trata de la extracción legal, artesanal o ilegal. Aunque hayan cambiado su tranquila vida por el 10% de lo que se extrae en sus tierras.

Este pequeño porcentaje que los mineros le dieron a los dueños de las parcelas se convirtió en el gran negocio de Río Quito. Para el año 2000 llegaron argentinos, brasileros y algunos empresarios del Cauca con el ánimo de que sus mineros extrajeran tanto oro como fuese posible; es decir, los habitantes del municipio no eran en su mayoría los mineros, sino solo entregaban su tierra, “la explotación minera y la destrucción ambiental nunca ha sido culpa de los rioquiteños”, concluyó Palacios.

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La crisis ambiental se ha hecho sentir en cada cabecera del municipio. Antes se podía ver el agua transparente en el río, ahora solo se ve un tono  turbio. “Algo que nos aqueja permanentemente es el agua potable, porque el río está contaminado de mercurio”, afirmó el alcalde del municipio Heraclio Mena Romaña. Con esta preocupación se realizó la suspensión del uso de estas máquinas a través del decreto 037 de enero del 2016, hasta conseguir que de 75 dragas en el territorio queden 20 o 25.

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Pero ya es demasiado tarde ya que “los grupos al margen de la ley se están nutriendo con las llamadas vacunas”, expresó el alcalde. El ELN y los paramilitares trajeron la violencia al municipio con enfrentamientos directos en corregimientos como La Loma; y la necesidad de conseguir dinero hace que la gente reconstruya las dragas que el ejército y los policías queman.

Debido al estado en el que se encuentran las aguas, la administración desarrolló un proyecto junto con cooperación española, que se reactivó hace un mes, para hacer un acueducto que funcione 20 horas diarias. “Tuvimos dificultades con eso porque los grupos al margen de la ley no dejaron trabajar a los ingenieros, hubo que suspender la obra”, contó el alcalde Romaña.

Río Quito es el segundo pueblo que más aporta malaria al departamento del Chocó. “Estamos al borde del río y estamos azotados por la minería. Entre más ellos trabajen en eso, más se van a proliferar los mosquitos”, afirmó Daicy Santos, coordinadora de vigilancia de salud pública de Río Quito. Las dragas cuando excavan crean unos pozos que se convierten en criaderos.  “No se ha logrado mitigar con la reforestación porque las dragas siguen trabajando y haciendo hoyos, es un círculo vicioso”, sentenció Gina Nuñez Mosquera, secretaria de salud.

Aproximadamente hay 412 personas que han sido captadas con mercurio en el cuerpo dentro del municipio. Los estudios se hicieron en sangre, orina y cabello; los índices más altos se encontraron en el cabello debido a que los rioquiteños tienen contacto directo con el aire y el humo mientras están trabajando. “Se han contaminado de manera ocupacional”, afirmó Daicy Santos.

Las personas ya no pescan en el Río Quito. Les toca ir a las quebradas a intentar obtener pescados sin tanto índice de mercurio en el organismo del animal. “Los pescados más grandes y lisos como el bagre no se pueden comer. Toca consumir pescados con muchas escamas y pequeños como la sardina y el bocachico”, sentenció Santos. Ahora se empezaron a crear criaderos de peces como la cachama para evitar contaminarse con los pescados que habitan en el río.

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No solo se dio una problemática ambiental que está generando graves problemas de salud a la población del municipio, existe una descomposición social y familiar. “Todo es la misma idiosincrasia. Se ve que el producto codiciado es el oro, pero eso no es renovable, se está acabando, se acabó”, dijo el docente Leyes.

Las cifras de embarazos en adolescentes se dispararon con la llegada de la minería. Además de ello, se ha incrementado el número de mujeres que son trabajadoras sexuales. “Los mineros no son de aquí, son de Brasil, mensualmente verificamos si tienen exámenes al día para evitar propagación en el pueblo”, dijo Daicy Santos. Las trabajadoras sexuales no pertenecen al municipio, son de otras partes del Chocó.

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Sin embargo, no todo lo que ha traído la minería ha sido malo. Para el mismo Freddy Palacios, ha sido una actividad que ayudó al municipio. “Con los pocos recursos que los mineros dieron, muchos mejoraron sus condiciones de vida económicamente”, afirmó el líder social. Empezaron a reconstruir el pueblo con los dineros que los dragueros daban; se modificaron las casas, se levantaron restaurantes, hoteles, tiendas, supermercados. Pero, sin lugar a duda, lo más importante fue el acceso a educación superior por medio de estos dineros. “Yo lo digo sin pena, si no es por la minería no estaría estudiando mi décimo semestre de derecho”, concluyó Palacios.

Las opciones nunca habían sido mayores que trabajar –como dicen vulgarmente- en la rusa o en prestar el servicio militar en la fuerza pública. “Muchas personas mandaron a sus hijos a estudiar a la universidad, incluso a Medellín o a otras partes con recursos de la minería”, agregó Freddy.

La infraestructura de Río Quito creció por los dineros que entran de la minería. "Anteriormente cuando no existía la minería éramos muy serviciales y lo único que podíamos obsequiar era nuestra casa; ahora ya hay hotel, restaurante, supermercado, droguería, muchas cosas que han llegado por el impulso minero", expresaba Palacios. El problema para todos es el mismo: el auge minero se está acabando, o se acabó como lo piensa Jairo Leyes. "Tenemos miedo, porque la minería se acaba y no hay cómo sostener todo este auge de recursos que hemos tenido", finalizó el líder social de Paimadó.

Río Quito se encuentra en pleno sauce del oro, en medio de la incertidumbre.

Por otra parte, la familia ha sido la institución más afectada de todas. Las grandes herencias han llenado de corrupción las familias. Cuando un miembro de alguna familia fallece, deja su patrimonio y sus tierras para ser repartidas entre todos los familiares. “Acá hay hermanos que no se hablan, hay padres e hijos que se odian porque el más vivo le roba al más pendejo”, comentó Freddy Palacios.  Todos quieren acceder a las tierras para poder negociar con los dragueros.

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